El 19 de septiembre de 2021, el volcán Tajogaite despertó en La Palma. Habían pasado exactamente 50 años desde la última erupción en la isla, cuando el Teneguía marcó 1971 en la memoria colectiva canaria.
Durante 84 días, la lava arrasó viviendas, cultivos, carreteras. Miles de personas evacuadas, familias reubicadas, labriegos sin tierra, ganaderos sin ganado. Hubo un fallecimiento. Una tragedia dentro de la tragedia.
Pero cuando se hace balance de lo perdido, hay algo que casi nadie menciona: el Cementerio de Los Ángeles, situado a los pies del volcán. La lava sepultó nichos enteros. Los muertos fueron enterrados por segunda vez.
Algunos nichos pudieron trasladarse a tiempo. Otros quedaron bajo metros de roca volcánica negra, junto con los recuerdos y las flores que sus familias dejaron la última vez que los visitaron.
Cuatro años después
Han pasado cuatro años desde aquella erupción y los trabajos de limpieza continúan. Algunos nichos ya han sido recuperados. Otros siguen esperando su turno bajo la ceniza.
Las familias vuelven al cementerio y caminan entre tumbas a medio limpiar, bajo la sombra del volcán que aún humea en algunas grietas. Miran de reojo hacia el cono oscuro, recelosos. Saben que puede volver a despertar.
Mateo es el operador de una de las excavadoras que trabajan en la zona. Lleva casi cuatro años limpiando: primero casas, luego fincas, ahora el cementerio. Va donde lo llaman.
"Es un trabajo duro", dice. "La mayoría de las casas que limpio no tienen solución. La lava reblandece las paredes solo con estar ahí. Las hace inhabitables."
Mientras mueve escombros volcánicos del camposanto, Mateo cuenta lo mismo que repite en cada trabajo: muchos recuerdos se pierden. No todo se puede recuperar.
Los familiares esperan. El volcán vigila. Y bajo la tierra negra, los muertos aguardan ser desenterrados una vez más.

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