Hay algo en la imagen pobre (término que nace de una conferencia sobre cine, en Alemania en el año 2007, como “En Defensa de la Imagen Pobre”) que atrae y engancha mucho más que el primogénito lícito del RAW, a pesar de lo que llegan a creer los puramente estetas de la imagen, amantes del enfoque digital, anti-ruido, y mil efectos creados en programas de procesado digital.
Esta imagen, en ocasiones imperfecta en su perfección, deteriorada en otras ocasiones, o simplemente añeja por un procedimiento que ya no es actual, tiene la capacidad de hacer pensar, transmitir y que nuestra atención se centre en ella duramente más de 10 segundos, e incluso que pensemos en ella y recordemos esa imagen.
Desconozco las razones por las que esto sucede tan frecuentemente, pero me atrevo a decir que esto es por el ligero coqueteo con la abstracción que este tipo de imagen produce sobre sí misma.
En mi caso, me provoca sensaciones y me hace pensar, quizás mi cerebro intenta interpretar la escena que sucede ante mis ojos. Quizás intenta rellenar esos huecos o imperfecciones visuales que no me dejan entender del todo lo que el artista quería mostrar, sin embargo, o mejor dicho, “por ello”, la imagen es tan buena.
Como consecuencia de esto, se corre el riesgo una vez más de abrir el debate de la técnica y el equipamiento, ya que la imagen pobre me lleva a unas técnicas y equipos probablemente obsoletos (a ojos de la técnica) y no es la intención de este pequeño texto. Creo que se entiende fácilmente a qué me refiero.
Sin embargo, creo que es digno mencionar que, a pesar del olor a crítica mañanera de este texto, mi intención es animar a aquellos que creen que no son buenos fotógrafos porque sus equipos no son buenos. Al contrario, yo les diría que la imagen pobre está de su lado y que sabiendo explotar esa cámara analógica de los años 80, o quizás esas primeras digitales de los primeros años del s. XXI, tendrán más probabilidades de éxito en cuanto a la producción de historias, al menos en el aspecto visual.
A mi personalmente, me gusta y entusiasma la imagen pobre, esa imagen ligeramente desenfocada, con grano, en algunas ocasiones con sombras empastadas, o cualquier otro defecto que pueda contener.